domingo, 6 de noviembre de 2016

MI POBRE AMOR SE ESTÁ YENDO. LEÓN DE GREIFF.

                  Resultado de imagen para imagenes de leon de greiff    Mi pobre amor se está yendo...

yo me quedaré llorando...
La lluvia, leve, cayendo;
una nube, allá, glisando...
Mi pobre amor se está yendo.
Lejos, muy lejos!, soñando
la dulce amada, y tejiendo
su ilusión, me va matando...
Mi pobre amor se está yendo...
¿Qué pasa, que nada entiendo?
Qué pena se va a acercando?
La lluvia, leve, cayendo...
Una nube, allá, glisando...
La dulce amada tejiendo
su ilusión, que voy matando!
Mi pobre amor se está yendo...
Yo me quedaré llorando!
 Comentario:
El poema mi pobre amor se esta yendo escrito por el autor León de Greiff tiene como  se puede inferir que esta escrito en un contexto  romántico, donde el autor resalta el amor como prioridad y pone matices  de nostalgia y describe paso a paso como es el amor a pasar los años.
La profunda tristeza de como un amor se escapa y una ilusión muere 
El vanguardismo esta inmerso en el poema ya que tiene esbozos de un carácter renovador, principio fundamental que se presenta durante principios del  siglo xx.
La libertad de  expresión por parte de León de Greiff se resalta asi mismo la sensibilidad que este tipo de escritores reflejan en cada uno de sus poemas.
Referencias:
http://www.todacolombia.com/folclor-colombia/poesia/leon-de-greiff.html#10
http://enciclopediavanguardista.blogspot.com.co/p/vanguardismo.html











domingo, 23 de octubre de 2016

OBRA DE SOBREMESA.

                                                                  Resultado de imagen para imagenes de jose asuncion silva




                   
           JOSÉ ASUNCIÓN SILVA.  







   Biografia:                        (Bogotá, 1865 - 1896) Poeta colombiano. En la historiografía literaria suele reconocérsele como el gran iniciador del modernismo en Hispanoamérica, que el nicaragüense Rubén Darío llevaría a la cúspide.
Dotado de una gran sensibilidad humana y artística y de una notable inteligencia, tuvo una formación literaria precoz, resultado de un ambiente familiar cultivado y creativo: José Asunción Silva era hijo del escritor costumbrista y acomodado comerciante Ricardo Silva, un hombre elegante, de refinado gusto y descendiente de aristocráticos granadinos emparentados con el general Santander. Doña Vicenta Gómez, hermosa dama bogotana y madre del poeta, era hija del diputado Vicente Antonio Gómez Restrepo, quien desempeñó importantes labores en los primeros años de la República de la Nueva Granada y falleció tempranamente.

Tomado de :   http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/silva.htm

      ¿La realidad. .. ? Llaman realidad a todo lo mediocre, todo lo trivial, todo lo insignificante, todo lo despreciable; un hombre práctico es el que poniendo una inteligencia escasa al servicio de pasiones mediocres, se constituye una renta vitalicia de impresiones que no valen la pena de sentirlas (...). ¡La realidad! ¡La vida real! ¡Los hombres prácticos!... ¡H orror!... Ser práctico es aplicarse a una empresa mezquina y ridicula, a una empresa de aquellas que vosotros despreciasteis, ¡oh! colosos, ¡oh! creadores, ¡oh! padres de los que llamamos el alma humana, que impedisteis con vuestra sublimes locuras que nuestros ojos iluminados por un resto de la luz que irradió de vuestros espíritus, no sean los ojos átonos de los rumiantes. . . ) ¡Vosotros no fuisteis prácticos! ¡oh! poetas, ¡oh! genios, ¡oh! faros, ¡oh! padres del espíritu humano que atravesasteis la vida amando, odiando, cantando, so­ ñando, mendigando mientras que los otros se enriquecían, gozaban y morían satisfechos y tranquilos!

Este fragmento principalmente realiza una critica a la realidad lo verdaderamente significativo para los hombres y para el mundo, bajo este argumento lo práctico no significa que los humanos nos tenemos que matar trabajando horas, días, meses y años,esto implica trabajar para la burguesía y para la sociedad alta, y la clase baja como tradicionalmente se nombra en los pueblos Antioqueños.

Más allá de una vida colmada de trabajo y supervivencia en el mundo, hay que trascender en el desarrollo del pensamiento; vale la pena explorar más allá de las emociones, debido a que se debe dejar huella en el mundo, para ello se debe tener claridad del sentido de la existencia y es primordial para el hombre, hallar verdadero sentido de su ser humano.

Referencias: Id. Ibid., pág. 384.

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jueves, 20 de octubre de 2016

RESEÑA.



                                                                    TOMAS CARRASQUILLA.


                                                          Resultado de imagen para imagenes de tomas carrasquilla








                                                                      San Antoñito.

Biografia.
                (Santo Domingo, 1858 - Medellín, 1940) Narrador colombiano cuya obra es una de las más importantes publicadas en su país en la primera mitad del siglo XX. Por su origen antioqueño y sus múltiples viajes por las localidades mineras, pudo novelar distintos aspectos de la historia, la cultura y la idiosincrasia de su región natal, por lo que se le ha considerado injustamente como folclórico y costumbrista, pero en realidad su estilo recuerda más bien a la literatura del Siglo de Oro.

tomado de: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/carrasquilla_tomas.htm

La trama del cuento no es nada extraordinaria, su elaboración artística lo sitúa por encima de los otros cuentos realistas. El tono ameno, los personajes de lo que podría llamarse la clase media, la afición por lo pintoresco, las descripciones detalladas y el regionalismo en general corresponden al realismo del siglo xix. La conciencia artística de Carrasquilla, que lo distingue de sus contemporáneos de otros países, además de ser propia del genio del hombre, lo pone junto a los grandes hablistas colombianos que han dado a ese país la fama de lucir el mejor conocimiento del idioma español de toda Hispanoamérica.

Tomado de: http://elblogdemara5.blogspot.com.co/2009/10/analisis-resumen-de-san-antonito-de.html


A modo de conclusión.

me parece que la historia se remonta a esas historias con un alto nivel de religiosidad, y me transporta a esos sitios de antaño de mi pueblo natal, hecho que me parece muy significativo y que se alcanza a inferir en las obras de Tomas Carrasquilla.
Es curioso como una mujer se puede entregar tanto a una religión, creencias que me parecen respetables y siempre sera motivo de discusiones ya sea en una cultura o a nivel global.   











                   

sábado, 15 de octubre de 2016

SAN ANTOÑITO.



                                                                Tómas Carrasquilla.



obra: San Antoñito.


      Colombiano. Nació en un pueblo de Antioquia de una familia rica y aristocrática. Sus estudios de leyes fueron interrumpidos por la Revolución de 1874. Fue secretario del juzgado municipal y luego juez. A excepción de dos visitas a Bogotá (1896, 1915-1916), pasó toda la vida en Antioquia. Sus obras literarias son productos de una edad madura. Clasificado por mucho tiempo con los costumbristas hispanoamericanos que siguieron las huellas de Pereda, Carrasquilla ha sido “descubierto” últimamente como uno de los primeros novelistas y cuentistas artísticos. Aunque escribe sobre los personajes y el ambiente de su región, su obra tiene más trascendencia que la de los otros costumbristas. Es que se interesa más en la realidad y menos en la caricatura y luce un gran dominio del idioma. Autor de la novela histórica La marquesa de Yolombó (1928); de tres novelas regionales, Frutos de mi tierra (1896), Grandeza (1910) y Hace tiempos (1935-1936); y de varios cuentos largos. “San Antoñito” fue escrito en 1899 pero no se publicó hasta 1914 en España en una colección de seis cuentos de Carrasquilla titulada El padre Casafús.                                                  Resultado de imagen para imagenes de tomas carrasquilla




Carrasquilla crea el ambiente ultrarreligioso de la vida provinciana con el propósito de burlarse de él. Aunque el fin es inesperado, hay indicaciones anteriores que sólo tienen significado para los que conocen a Carrasquilla. El mismo título indica que el protagonista va a ser adorado por todas las mujeres. Por mucho que su actitud pasiva justifique su apodo, hay alguna que otra nota que hace sospechar al lector de que no se trata exclusivamente del amor religioso: “en quien vino a cifrar la buena señora su cariño tierno a la vez que extravagante, harto raro por cierto en gentes célibes y devotas”.
Se habla de las “seducciones” de Aguedita y de “la seducción del santo”. La insinuación más directa, e irónica a la vez, del desenlace se nota en la frase de Fulgencia: “y esa modestia: ni siquiera por curiosidad ha alzado a ver a Candelaria”, seguida de un párrafo que explica cómo las señoras vigilaban a la bien parecida Candelaria contra las asechanzas de los hombres.

Aunque la trama del cuento no es nada extraordinaria, su elaboración artística lo sitúa por encima de los otros cuentos realistas. El tono ameno, los personajes de lo que podría llamarse la clase media, la afición por lo pintoresco, las descripciones detalladas y el regionalismo en general corresponden al realismo del siglo xix. La conciencia artística de Carrasquilla, que lo distingue de sus contemporáneos de otros países, además de ser propia del genio del hombre, lo pone junto a los grandes hablistas colombianos que han dado a ese país la fama de lucir el mejor conocimiento del idioma español de toda Hispanoamérica.






 

 

jueves, 29 de septiembre de 2016

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA. MODERNISMO.




                                 

JUNTOS LOS DOS

Resultado de imagen para imagenes de jose asuncion silvaSi en tus recuerdos ves algún día                 
entre la niebla de lo pasado 
surgir la triste memoria mía 
medio borrada ya por los años,
piensa que fuiste siempre mi anhelo 
y si el recuerdo de amor tan santo 
mueve tu pecho, nubla tu cielo, 
llena de lágrimas tus ojos garzos;
¡ah, no me busques aquí en la tierra 
donde he vivido, donde he luchado, 
sino en el reino de los sepulcros 
donde se encuentran paz y descanso!

viernes, 9 de septiembre de 2016

DESPUES DE VEINTE AÑOS.


                                                                                     
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Después de veinte años.

JOSE EUSEBIO CARO.                                                 


I. 

Salud, oh sombra de mi viejo amigo!
Tras largos días de lejana ausencia,
Vuelve a buscarte aquel tu pobre hijo
Que amaste tanto y que te amó de veras!
Sí; yo a buscarte vuelvo, padre mío!
A orar a Dios por ti sobre tu huesa,
Y a bendecirte porque me has cumplido
La postrera y mejor de tus promesas!
La noche tras la cual más no te he visto,
Tarde.. lloviendo.... la ciudad desierta.......
Ya a morir ibas...solo yo contigo,
De tu lecho lloraba a la testera;
Y meditaba entonces, aunque niño,
Que en dos iba a partirse mi existencia:
Atrae la luz, mi infancia y un amigo!
Delante, el mundo, solo y en tinieblas!
Y, vuelto a ti de espaldas, distraído,
Pronto olvidé que alguno allí me oyera,
Y ronco sollocé con grandes gritos,
Y a mi inmensa aflicción di larga suelta.
Súbito al lado escucho un leve ruido,
A verte voy con una horrible idea:
Ya! Mas sentado y fúlgido te miro,
Con los ojos en mí, cual si me vieras;
Y dulce, y triste, y serio a un tiempo mismo:
José no llores más. Aunque yo muera,
Morir no es perecer. Tu padre he sido;
imposible que SIEMPRE no lo sea!
Y vi tus brazos hacia mí tendidos..
Y al punto obedecí la muda seña;
Y desahogué mi seno comprimido,
En tu seno escondida mi cabeza.
Ay! largo espacio así permanecimos:
Tus brazos me estrechaban ya sin fuerza...
¡Y me encontré con tu cadáver tibio,
Que al otro día me ocultó la tierra!

II.

De entonces acá, veinte años se han corrido:
Nadie en el mundo ya de ti se acuerda....
Uno no mas, presente siempre y vivo
En su memoria y corazón te lleva!
Y empero ¡ en cuánto aturdidor bullicio
Mi vida ha estado desde entonces envuelta!
Fusil al hombro, y sable y daga al cinto,
De mi infancia he dejado las riberas:
Y negros bosques, y anchurosos ríos,
Y verdes campos y azuladas sierras,
He visto, y luego el mar inmenso he visto,
Y vi su soledad y su grandeza:
Y en lid campal, entre humo, y polvo, y ruido,
Y entre hombres, y caballos, y banderas,
Los valientes caer, de muerte heridos,
He visto a mi derecha y a mi izquierda:
Y luego a pueblos fui grandes y ricos,
Y vi sus monumentos y sus fiestas,
Bailé sus danzas y bebí sus vinos,
Y en el seno dormí de sus bellezas:
Y en calabozos fétidos y fríos
He dormido también entre cadenas;
Y desnudo, y hambriento, y fugitivo,
He vagado también de selva en selva:
¡Y en medio de placeres y peligros,
De fatigas, de glorias, de miserias,
Tu voz, tu imagen siempre fue conmigo
En íntima y tenaz reminiscencia!
Y un pensamiento extraño me ha venido,
Que ni sé si me aflige o me consuela:
Y es que vives aún, oh padre mío!
Y andas con otro nombre por la tierra;
Que estás resucitado y trasfundido;
Que en otro ser te mueves, hablas, piensas;
QUE ESE SOY YO! que somos uno mismo!
Que tu existencia ha entrado en mi existencial

LA MATA. TOMÁS CARRASQUILLA

                                                                    LA MATA.

                                           



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  Vivía sola, completamente sola, en un cuarto estrecho y sombrío de cabo de barrio. Sus nexos sociales no pasaban de la compra, no siempre cotidiana, de pan y combustible, en algún ventorrillo cercano; del trato con su escasa clientela, y de sus entrevistas con el terrible dueño del tugurio. Este hombre implacable la amenazaba con arrojarla a la calle, cada vez que le faltase un ochavo siquiera del semanal arrendamiento. Y, como pocas veces completaba la suma, vivía pendiente de la amenaza. Después de ensayar con varios oficios, vino a parar en planchadora de parroquianos pobres; que para ricos no alcanzaban sus habilidades. Faltábale trabajo con frecuencia, y entonces eran los ayunos al traspaso. El hambre, con todo, no pudo lanzarla a la mendicidad. Era uno de esos seres a quienes la rueda de la vida va empujando al rodadero, sin alcanzar a despeñarlos. Más que vieja, estaba maltrecha, averiada por la miseria y las borrascas juveniles. De aquella hermosura soberana, que vio a sus plantas tantos adoradores, no le quedaba ni un celaje. De sus haberes y preseas de los tiempos prósperos, sólo guardaba el recuerdo doloroso. De aquel naufragio no había salvado más que el cargamento de los desengaños. Su historia, la de tantas infelices: de cualquier suburbio vino, desde niña, a servir a la ciudad; pronto se abrió al sol de la mañana aquella rosa incomparable, y... lo de siempre. ¡Pobre flor! Dos hijos tuvo y fueron su tormento. El varón huyó de ella y se fué lejos, no bien se sintió hombrecito. Su hija, un ángel del cielo, la recogió el padre, a los primeros balbuceos, donde nunca supiese de su madre. Ni un amigo ni una compañera le quedaban en su ocaso, a ella que los tuvo sin cuento en su cenit; ni una palabra de conmiseración a ella que oyera tantas lisonjas. Y, las pocas veces que imploró un socorro, de algún bolsillo en otros tiempos suyo, no obtuvo ni siquiera una respuesta. El desprecio de los unos, el desconocimiento de los otros, caían sobre ella como la piedra mosaica sobre la hebrea infiel. La pobre mariposa, ya ciega, sin esmaltes ni tornasoles, se recogió, en su espanto, para morir entre el polvo abrigado de la gruta. En su anonadamiento no pensaba en el cielo ni en la tierra; no pensaba en nada que pudiera redimirla. ¡Qué iba a pensar la infeliz! Sólo sentía el hambre de la bestia que ya no puede buscarse el alimento; sólo el frío del ave enferma que no encuentra el nido. El hambre material... ¡muy horrible, muy espantosa! Pero esta otra del corazón; esta necesidad de un ser a quién amar, con quién compartir la negra existencia; esta soledad de la vejez, no podía, no era capaz de arrostrarla. Consiguió un gato, un gato muy hermoso. Pero los gatos, lo mismo que el amigo, huyen de las casas donde el hogar no arde. Dos veces tuvo loro, y uno y otro murieron de inanición. Su desgracia les alcanza hasta a los pobres animales. Si ella consiguiera una compañera que no comiese... pero, ¿cuándo? Un día, al pasar por la calleja un carro con enseres de una familia en mudanza, cayó junto a su puerta un tiesto con una planta. Como se hiciera trizas, lo dejaron allí abandonado. Tomó ella la raíz, sembróla en un cacharro desfondado y lo puso en un rincón, junto a la entrada. Antes de un año era una planta que llamaba la atención de los transeúntes. Regarla, quitarle las hojas secas, ponerle abono, era su dicha; una dicha muy grande y muy extraña. Tan extraña, que simpre recordaba a su hijita, las pocas veces que pudo peinarla y componerla. Le propusieron comprársela a muy buen precio. ¿Vender ella su mata? ¡Si le parecía que era persona como ella; que era algo suyo; que la acompañaba; que sabía lo que pensaba! su cuchitril no se le hacía ya tan triste ni tan feo. Y la pobre, autosugestionada por esta idea, ya ponía algún esmero en el aseo y arreglo del cuartucho. La planta iba creciendo a la sombra, como si Dios la bendijese. Y Dios la bendecía, porque consolaba a un alma triste. Una día llegó un brazo hasta el dintel, otro levantó un renuevo, otro se curvó en arco. Su dueña entonces, clavó dos varas, amarró el tallo, y la guirnalda de brillante follaje y de campánulas purpúreas se fue extendiendo, pomposa y exuberante, hasta formar un dombo. Las gentes se paraban a contemplar tanta gentileza y galanura. La pobre mujer, menos cohibida, mandaba entrar a los curiosos para que viesen todo aquello. Hasta una señora muy lujosa entró un día. Su mata la iba volviendo al trato con las gentes; le iba dando nombre. Ya no se sentía tan despreciada ni tan abatida. Como ya podían verla los extraños, no era tan descuidada en su vestido, y sacudía las paredes y aderezaba sus pobres trebejos con el primor que en la miseria quepa. Día por día iba aumentando el aseo. Tanta limpieza le atrajo más clientela y se hizo célebre en el barrio. El cuarto de María Engracia se citaba como una tacita de plata. Una mañana entraron dos señoras a contemplar la mata. Admiradas del aspecto de aquella vivienda mísera, que la pulcritud hacía agradable, se deshicieron en elogios. Esa noche hizo lo que no hiciera desde sus tiempos de servicio: rezó a la Virgen el rosario entero. Otro día sacó de un baúl, donde se apolillaba en el olvido, un cuadrito de la Dolorosa. Colgólo sobre su cabecera y le puso un ramo, el primero que cogía de la mata. Un domingo fue a misa de alba. Aquel espíritu, que parecía muerto, resucitaba. Tal lo entendía ella. Todo era un milagro, un milagro que le hacía nuestro Padre Jesús de Monserrate, por medio de la mata. Sí: El era. Recordó, entonces, que un domingo, en sus tiempos tormentosos, al bajar del cerro con otras compañeras, le había dejado una tarjeta, en la última estación. Recordaba todo, punto por punto; su amiga Ana, que era muy instruida y muy tremenda, tomo un lápiz y puso al pie del nombre de este modo: "Acuérdate de mí, que soy una triste pecadora". Y todo esto, que tenía olvidado por completo, ¿por qué lo recordaba ahora, como si lo estuviese presenciando? Pues, por milagro... Al sábado siguiente se postraba ante un confesor. No fué poco el pasmo de los vecinos cuando la vieron arrodillada en el comulgatorio para recibir la Santa Forma. De ahí adelante llevó vida piadosa interior y exteriormente. La mata, más lozana y florida cada día, llegó a ser para ella un ser sobrenatural, enviado por Jesús de Monserrate para su enmienda y tutela. Entre tanto se iba sintiendo muy enferma y quebrantada. Le daban palpitaciones con frecuencia; con frecuencia se le iba el mundo, y más de un vértigo la desvaneció en la iglesia. Presentía su fin muy próximo pero sin pena: antes bien con una dulce serenidad. ¡Si ella pudiera trasplantar su mata sobre su sepultura! Un día llegó furioso el dueño del cuartucho. Sólo a una malvada como ella se le ocurría poner ese matorral, para tumbar el cuarto con la humedad. Si no sacaba al punto aquella ociosidad la echaba a la calle con todo y sus corotos. Ella se pone a llorar, sin que piense ni en tocar la mata. Por la tarde torna el hombre y arremete a bastonazos contra cacharro, flores y follaje. Tira todo a la calle y hace sacar los muebles enseguida. María Engracia se desploma, presa de un síncope. De allí la llevan para el hospital. En sus delirios ve su mata frente a su cama, como el arco de triunfo para entrar al paraíso. Y al amanecer de un domingo, cae para simpre en la red infinita de la Misericordia.